El ancestro/the ancestor in CASA MEMORIA, en Santiago de Chile el 1ro de noviembre a las 18:00 hrs. Exposición sobre los grabados de Eugenio Cornejo guardados por 35 años en un archivo personal del exilio y la reactivación de ese material en el presente.

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El ancestro/the ancestro. En CASA MEMORIA, Santiago de Chile el 1ro de noviembre a las 18:00hrs.

(Exposición sobre los grabados de Eugenio Cornejo guardados por 35 años en un archivo personal del exilio y la reactivación de ese material en el presente)

Eugenio Cornejo, (1940-2002) fue un profesor y artista chileno, formado en la Universidad de Chile en Pedagogía en Arte en los 60’s. También fue un padre entrañable, al que le gustaba cocinar, construir muebles, regalarme materiales de dibujo y trabajar con sus manos para reparar cualquier objeto.

Como buen ciudadano de su tiempo, cuando enseñó arte en la Universidad de Osorno a fines de los 60’s y principios de los 70’s, se interesó en documentar el arte popular de esa región. Cuando crecí en el exilio, recuerdo cómo me mostraba sus preciadas diapositivas del sur de Chile de dulces y agudas luces, donde podía ver mujeres mapuches de largas trenzas canosas, tejiendo grandes ponchos e hilando la lana en telares colgados en los patios de sus casas, construyendo lo esencial con la materia más básica. Recuerdo que me contaba con entusiasmo como él llevaba a sus alumnos a aprender de esos artistas; él admiraba profundamente el arte popular y la artesanía local, considerándolos fuentes de saber profundo. En su trabajo personal documentaba el arte popular y trataba de incorporar esa estética.

La exposición el Ancestro/the Ancestor ha sido producida gracias a la ayuda atenta de Bernardo de Castro. Con la ayuda de mi madre, Nora Gatica Krug, él valoró e imprimió las placas de grabado que mi padre elaboró en los años 70’s en el exilio, en Plovdiv, Bulgaria, en el taller que compartió con su amigo Guillermo Deisler.

Se trata de un proyecto de memoria afectiva, intergeneracional, en el que he querido abrir los caminos de los recuerdos del corazón, para desarrollar el valor de explorar el pasado, con sus traumas y sus tesoros. En este proceso, quise investigar el periodo de nuestro breve paso por Bulgaria, entre 1977-78, en mi accidentado exilio vivido en el mundo de la guerra fría. Encontré los grabados y un artículo sobre una exposición con Guillermo Deisler de estas mismas obras, en un diario búlgaro de 1978, en nuestra casa de México.

Tras la salida de Chile en diciembre de 1973, después de la detención y tortura de mi padre, llegamos a Bulgaria desde Argentina de donde tuvimos que salir huyendo de un segundo golpe militar y de la detención de mi madre en Bariloche, en 1977.

Lo que me interesa de esta exposición es mostrar el trabajo de un chileno que como miles de exiliados, siguió trabajando y procesando la experiencia vivida. Estos grabados muestran el recorrido de una estética previa al golpe Militar y su desenlace final. Son una alegoría de la Unidad Popular, de lo que se soñó crear y de su vivencia en mi padre hasta los lugares más recónditos como  Ploviv. Con unos pedazos de linóleo recogidos de la basura, mi padre logró transmitir su amor por el arte popular chileno, Salvador Allende, la vida, el amor, la lucha y la naturaleza. También el dolor de la prisión y la tortura. Con este ancestro de tan rica experiencia, mis hijos, otros niños y jóvenes de hoy, podrán saber que existió un sueño de sociedad que fue posible experimentar en Chile, en el breve periodo entre 1970 y 1973.

También espero poder rescatar con esta exposición, los valores que los chilenos de esa generación portaban; ellos son  testimonio de una educación que investigaba, que se relacionaba  con respeto y armonía con la naturaleza y el entorno social, en la que el reciclaje, el rescate del arte y las luchas populares  transmitían una concepción de producción de imaginarios y saberes que hoy llamaríamos “sustentable” : el valor estaba en las manos, en el trabajo para producir lo mejor con lo que se tenía para ser compartido en la comunidad cercana, por el bien común.

Con este modelo, el día de la inauguración quiero invitar al público a imprimir sus propios grabados in situ, para multiplicar esta transmisión de valores dormidos en nosotros mismos, para que el espíritu ancestral de nuestro pueblo no muera y se transforme en un vehículo de esperanza y de recordatorio que un mundo más justo y sustentable es posible.

Marisa Cornejo

Ginebra 19.10.2013