La dictadura civil militar desarrolla como estrategia de inteligencia la instalación de una serie de espacios de represión y tortura en múltiples lugares de nuestro país, utilizándolos como centros clandestinos de secuestro. Muchos de estos espacios estaban dentro de zonas residenciales, en las cuales los vecinos y comunidad civil en general, tenían que convivir con el temor y el horror. Un ejemplo de estos lúgubres centros, fue la casa ubicada en José  Domingo Cañas 1367, espacio que durante 1974 y 1987 fue nombrado como Cuartel Ollagüe y utilizado por la DINA como centro de secuestro, tortura y exterminio, y Oficina de la CNI en un período posterior.

Hasta agosto de 1974 la actual Casa Memoria José Domingo Cañas fue ocupada por la embajada Panamá, año en que fue arrebatada por la DINA para el establecimiento de un centro clandestino de secuestro, lugar que se instalaba como centro de paso entre Londres 38 y Villa Grimaldi, ambos centros de detención de la ciudad de Santiago.

La embajada de Panamá ocupó este espacio en el contexto de comienzo de la dictadura, cuando la necesidad de encontrar lugares de asilo político era tremendamente urgente para miles de chilenos y extranjeros. Previo a ese momento la embajada  solo contaba con un departamento en providencia, que estaba preparado medianamente para recibir alrededor de 15 refugiados. No obstante la presión por encontrar asilo político, lleva rápidamente a más de 300 personas a ocupar esta dependencia. Con el propósito de solucionar esta compleja situación, José María Rabelo y Teotonio dos Santos, ambos brasileños que se encontraban también en conflicto con el régimen, idean la solución de incorporar a la administración de la embajada la propiedad de Teotonio, ubicada en José Domingo Cañas 1367. El traslado de lo casi 300 refugiados hasta José Domingo Cañas, se realiza por medio de la autorización de una comisión de médicos del Ejército que confirma el estado de insalubridad y posible foco infeccioso en que se encontraba el departamento en Providencia con la sobre población de asilados políticos. Siete buses de carabineros con alta custodia militar, se encargaron  de trasladar a las personas que estaban en situación de asilo. La suma total de refugiados fue de trescientos setenta y cinco personas. Previo a 1974, José Domingo Cañas 1367 es utilizado como lugar de asilo político para cientos de personas que se organizaron en torno al funcionamiento de la casa que al igual que el departamento anterior se iba sobre-poblando, con el correr de lo días.

El Cuartel Ollagüe desde 1974 en adelante se encargó de perseguir principalmente a militantes del MIR, o personas con algún grado (supuesto en muchos casos) de involucramiento con este partido, cada uno de ellos con una historia personal vinculado a la lucha y acción social: profesionales, obreros, madres y padres de familia, jóvenes hijos. Veintidós de estas personas fueron capturados cuando eran menores de 22 años, dos de ellos no habían cumplido los 20 años. A la fecha se tiene registro de 62 desaparecidos, y una ejecutada política,.

El 4 de noviembre del año 1974, es hallado en la Embajada de Italia el cadáver desnudo de Lumi Videla, tras ser asesinada en la tortura del Cuartel Ollagüe. La prensa chilena da múltiples versiones sobre la muerte de Lumi, concordando en la historia que inventa la DINA, sobre un crimen pasional que responsabilizaba a quienes estaban en asilo político en la embajada. Las consecuencias del asesinato de Lumi, repercuten en el funcionamiento del Cuartel Ollagüe, el cual cesa sus funciones como centro de secuestro y se convierte en una oficina administrativa de la DINA y luego de la CNI.

A través de los testimonios de los sobrevivientes y vecinos de este espacio de tortura, es posible hacer un reconstrucción física del Cuartel Ollagüe. Los mapas mentales de la tortura logran superar la aniquilación material e intencionada que la casa y la memoria que guardaba en sus paredes. Desde la experiencia externa al centro de tortura, Sara Corona, vecina del ex Cuartel Ollagüe, recuerda el temor que le producía a ella y muchos de los residentes del sector, pasar cerca de este lugar. Las metralletas cruzada en los brazos de lo militares no eran precisamente elementos de su cotidianeidad. Los militares durante este período se convirtieron en vecinos no gratos del sector, vecinos con los que tenían muchas veces que compartir el camino a su casa o la compra de algún producto en el almacén del barrio. Mónica Rodríguez concuerda con que los vecinos sabían del sitio de la existencia del sitio de tortura, pues las rejas, las formas de organización del espacio, los guardias y los movimientos de las personas delataban lo que ahí pasaba.

Junto al centro de tortura, y posteriormente oficina de la CNI, funcionó de manera continuada la empresa de juguetes Rochet, que recibía un alto número de clientes, trabajadores y proveedores, paralelamente al terror que se vivía en la casa contigua, dando cuenta de la situación de pánico que vivía gran parte de la sociedad chilena, que ante el temor de ser perseguidos prefería no mirar estas realidades. Más tarde en el proceso de recuperación del sitio, Rochet jugaría un papel fundamental para frenar el movimiento social de memoria.

La memoria de los ex-presos reconstruye la existencia de un portón metálico que daba la entrada al cuartel, que luego se conectaba a un pasillo y este a una sala de piso de baldosa, la cual funcionaba como una especie de recepción de los y las secuestradas, que los recibía con golpes y muestras de violencia. Luego de esta «recepción», las y los presos (todo el tiempo vendados) eran conducidos un gran salón, en que era ingresado el registro de cada uno. Se recuerda especialmente los sonidos de las máquinas de escribir, y el trabajo de documentación de este lugar; una vez registrados eran llevados con el resto de quienes allí se encontraban, los que trataban de comunicar e identificar con los recién llegados. Los espacios de tortura se concentraban en el sector en donde se encontraba una parrilla, lugar en que los presos eran interrogados y presionados a hablar por medio de la aplicación diferentes técnicas de tortura psicológicas y físicas.

A propósito del movimiento social en contra del régimen dictatorial, en 1987 es promulgada una ley que impide a la CNI tener centros de detención, lo que provoca una desactivación de gran parte de la red de este tipo de espacios, entre ellos el ex-Cuartel Ollagüe. De esta manera, la casa ubicada en José Domingo Cañas 1367, pasa a manos del Ministerio de Bienes Nacionales que la ocupa un tiempo como centro del Sename, y luego queda en estado de semi-abandono.