Desde la Casa Memoria José Domingo Cañas, un espacio que existe gracias a la fuerza colectiva de quienes, por décadas, hemos sostenido la memoria como un acto vivo, urgente y profundamente humano, conmemoramos el Día Internacional de los Derechos Humanos. Y en este 10 de diciembre es importante recordar su origen: los derechos humanos nacen como un pacto ético frente al horror, como una decisión global de decir nunca más a la violencia, al abuso del poder y a la negación de la dignidad humana.
Ese origen —doloroso, pero profundamente esperanzador— nos recuerda que la dignidad no se relativiza y que los derechos no se negocian.
En un tiempo marcado por discursos negacionistas, relativistas y abiertamente anti derechos, debemos reafirmar con claridad que la memoria no es un asunto del pasado: es una herramienta del presente y una condición para un futuro democrático.
Los pilares de la justicia transicional —verdad, justicia, reparación, memoria y garantías de no repetición— no son conceptos abstractos; son necesidades vivas en nuestro país y en nuestra región. Son el piso ético que nos permite convivir y protegernos de la repetición del daño.
Este lugar, Casa Memoria José Domingo Cañas, es testimonio de todo ello.
Fue lugar de formación política, refugio cuando estuvo en manos de la embajada de Panamá, fue sitio de secuestro, tortura y desaparición, y hoy es un espacio recuperado por la comunidad para recordar, para resistir y para sostener dignidad.
Su existencia es una respuesta frente al negacionismo, frente a la impunidad, frente a cualquier intento de borrar lo ocurrido.
Por eso la memoria importa. Porque lo que no se recuerda se repite. Porque sin memoria, no hay democracia. Porque sin memoria, los derechos humanos se vuelven frágiles.
Y por eso también importa estar aquí, juntas y juntos, en comunidad. La defensa de los derechos humanos no es un gesto individual: es una tarea colectiva. Se sostiene con presencia, con convicción y con el compromiso ético que construimos entre todas, todos y todes. Solo así podemos enfrentar los retrocesos, fortalecer lo conquistado y seguir caminando hacia un país donde nunca más la violencia del Estado sea una posibilidad.
Muchas gracias por acompañarnos, por sostener este espacio con su presencia, y por seguir defendiendo la memoria, la justicia y la dignidad.
Porque la dignidad no admite retrocesos.
Porque los derechos humanos pertenecen a todas y todos sin excepción.
Porque los derechos humanos son conquistas sociales históricas que debemos cuidar, defender y profundizar cada día.