El 05 de septiembre de 1974 la tía de Javier García Bustos, Sonia de las Mercedes Bustos Reyes (MIR), fue detenida por agentes de la DINA y hecha desaparecer. Javier no la conoció, pero tiempo después sabría que Sonia estuvo detenida en José Domingo Cañas, Londres 38 y 4 Álamos, lugar donde algunos sobrevivientes declararon haberla visto por última vez. Sonia tenía 30 años cuando desapareció y se desempeñaba como funcionaria administrativa en el casino de la Policía de Investigaciones. En el más absoluto de los silencios para su familia y cercanos, Sonia se hizo miembro del Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR), participando de una célula que operó al interior de la institución, facturando cédulas de identidad falsas para quienes integraban la resistencia de entonces. Fue brutalmente torturada y su nombre figura hoy en la lista de los 119, caso asociado a la Operación Colombo, un operativo montado por la DINA para encubrir las desapariciones de opositores al régimen de Augusto Pinochet. El secuestro y la desaparición forzada de Sonia cambió la vida de Javier y su familia para siempre. A su madre, Blanca Rosa Bustos Reyes, la detienen por ser hermana de Sonia y la llevan a Londres 38 donde estuvieron juntas. Su abuela Olga murió buscándola y Javier creció en el centro de toda esta historia de dolor, sabiendo siempre que iba a encontrar la manera de contarla. En esta conversación, hablamos con él sobre su tía y sus múltiples rostros, la participación de ella en el MIR, las cédulas falsas, el significado del duelo para él, la potencia de la memoria y lo que ha aprendido a través de todos estos años sobre el tiempo.     

 

Por Tatiana Doddis Lara y Simón Torres 

 

Simón: Me voy a tomar de tus palabras, dijiste que no querías escribir este libro, que no sabías cómo empezar, pero era una historia que te rondaba la cabeza. Dijiste que te preguntaste cómo escribir un libro tan ajeno y a la vez tan personal. ¿Cómo lograste encarar esta dicotomía?, ¿Cómo miras ese proceso de escritura ahora que el libro existe?   

Javier: Bueno, tengo 44 años y creo que hubiese sido complejo para mí escribir este libro quizás a los 30, a los 35. Yo creo que tenía que pasar por un proceso de maduración emocional y profesional incluso, donde me sintiera en un momento adecuado, más allá de que habían elementos que fueron dando señales de que yo iba a escribir este libro. El 2017 me llegó el fallo judicial de mi tía a mi correo y eso fue muy determinante, pero tenía que haber una sensación de calma en mi vida como para decir «sí, yo puedo escribirlo». Porque esta es una historia personal que se replica en muchos familiares de detenidos desaparecidos y es una historia que trae mucho dolor también, porque cuando hay un detenido desaparecido la familia sufre mucho. Es una situación triste, que se arrastra por mucho tiempo. Entonces, llevar eso a un texto era complejo. Yo creo que por mucho tiempo quise obviar o distanciarme incluso de esta historia.

Tatiana: Se siente.

Javier: Como que no me interesaba mucho tocar esta historia hasta que me sentí preparado para hacerlo. Y este era el momento, cuando llega el fallo judicial, cuando junto fragmentos de mi historia y decido rendirle homenaje no solo a mi tía sino que también a mi madre, a mi familia y por ende, como lo dije en el lanzamiento de este libro, en el Museo de la Memoria, a los familiares de detenidos desaparecidos, porque ahí está mi nombre en la portada, pero este es un libro colectivo, donde están los familiares de Mónica Llanca, de Teobaldo Tello. Yo me junté con Berta Valdebenito, que es la pareja de Teobaldo Tello, con Manuel Maturana, la pareja de Mónica Llanca y para mí era muy interesante saber cómo habían reaccionado con los años la gente que había tenido experiencias similares. ¿Por qué? Porque nací el ‘77 entonces, efectivamente, para el golpe yo no existía, pero viví los efectos de la dictadura siendo niño, en la infancia. No la viví tan brutalmente como la vivieron mis familiares y estas personas con las cuales hablé, y como tan, brutalmente, lo vivió mi tía, que es la protagonista del libro que no está y no la conocí.

Simón: A pesar de que no la conociste logras dibujarla y como tu también lo mencionas ahora, ha pasado el tiempo y a ella la has mirado desde diferentes lugares, desde diferentes edades. Por eso, cuando te reencontraste con su recuerdo ahora y a la luz de las conversaciones que tuviste con personas que la conocieron, ¿qué aspectos de ella viste con más intensidad?, ¿qué historias nuevas aparecieron, o qué cosas de su vida de pronto volviste a mirar o te quedaste más detenido?

Javier: Descubrí a un ser humano muy inquieto, muy creativo, muy interesante. Un ser humano que me hubiese gustado conocer, con muchas posibilidades de seguir proyectando su existencia y la de otros. Como lo dice en el libro, Carlos Gutiérrez, quién era su pareja, una vez ella llegó con un folleto de la Embajada de Australia porque quería irse a estudiar inglés. Tenía ganas de aprender, de saber y esa gente a mí en la vida me interesa, me interesa esa gente que quiere intuir más cosas, que está más allá de lo cotidiano, de los límites. Y yo creo que ella era una persona así, que le gustaba conocer más allá. Y eso es lo que, finalmente, al ir conversando con otras personas, al ir escarbando en su historia, al ir recogiendo testimonios, sucede: conozco más al ser humano, o sea, conozco a la persona que no conocí, a la persona que solo conocí por foto. En este libro yo termino conociendo a mi tía, finalmente, me encuentro con ella y logro instalar un diálogo a la distancia. Yo sigo yendo a la Quinta Normal, los barrios por donde ella vivía, ayer fui a correr por ahí y paso por los lugares donde ella pasaba, estoy con ella. Entonces, eso se vuelve algo gratificante porque esta historia es la historia de muchos, de mucha gente, no es de una persona no más. Yo lo único que percibí fueron buenos recuerdos y buenas palabras hacia Sonia. Y también, y aquí me extiendo un poco, tiene que ver con esto de la mirada hacia el MIR que yo también lo dejo en un párrafo muy claro, o sea, porque está este estigma histórico del MIR como movimiento de armas, como que todos andaban armados matando gente ¿no? Y no era totalmente así. Tu ves lo que hizo mi tía, lo que hizo Mónica Llanca, lo que hizo mucha gente del MIR, que en el fondo ayudaron a otra gente. Creo que me interesaba poner por escrito que la historia también tiene matices, no es solo blanco y negro.

Simón: Sobre la participación de Sonia en el MIR, ¿qué fue ella para ti militante, colaboradora, cómo la definirías?

Javier: Bueno, esa es una pregunta que me tuve que hacer como periodista cuando empecé a escribir este libro. Porque muchas veces a Sonia se le asoció a la Democracia Cristiana, porque mi abuela era de la Democracia Cristiana, entonces, incluso, muchos demócrata cristianos por años le hicieron homenaje a ella y bueno, por un lado, efectivamente, mi tía iba mucho a la Democracia Cristiana, porque ellas vivían en Cueto y había una sede, pero mi madre me dice que era por una cuestión social, de cuando iban a bailar, a conversar con gente. Ellas tenían un vínculo social con la Democracia Cristiana. Y por otra parte, la primera pregunta que me tengo que hacer cuando comienzo este libro es ¿qué era mi tía del MIR?, ¿simpatizante, integrante, miembro, socia fundadora, por decirte, qué era del MIR?. Entonces, empiezo a investigar y me contacto con gente del MIR y les hago esa pregunta a ellos y me la resuelven diciéndome que ella era una miembro integrante del MIR. Está en sus listas como miembro integrante. Y todo tiene mucho sentido porque cuando ella desaparece recién la familia se da cuenta que era del MIR y lo digo en las primeras páginas, que con el tiempo empezamos a saber porqué a mi tía la toman detenida y qué hacía en Investigaciones.

Tatiana: Secreto de su militancia

Javier: Secreto de su militancia, claro. 

SONIA Y LA CÉLULA DEL MIR

Javier: No sé si Sonia habrá tenido un carnet del MIR, pero, efectivamente, lo que logré investigar es que ella participó de una célula y en esa célula estaban Teobaldo Tello y Mónica Llanca. Teobaldo Tello era de Investigaciones y fue despedido a mediados del ‘73. Entiendo que cuando lo despiden él comienza a dirigir esta célula y cómo ya estaba adentro Mónica Llanca, que era del Registro Civil y mi tía que era de Investigaciones, apareció esta posibilidad de entregar información desde el interior. Alguien, en un libro de historia dijo «que cuando descubren cédulas de identidades de muy buena factura falsas sabían que venían de una célula del MIR que era del Registro Civil y la Policía de Investigaciones» y ahí nombran a mi tía, a Mónica Llanca y a Teobaldo Tello, en ese libro de historia y ahí empiezo a triangular información y todo indica que ella, efectivamente, participaba en esta célula del MIR.

Simón: Podríamos decir que este es un aspecto nuevo que arroja tu investigación o más bien tu decisión de escribir.

Javier: O sea, es una confirmación.

Simón: ¿Confirmación más profundización tal vez?

Javier: Claro profundización de algo que, efectivamente, para mi madre era una evidencia porque cuando voy a ver los archivos de la Vicaría, cuando veo las declaraciones de los fallos judiciales, mi mamá siempre decía que Sonia había ayudado a la gente adentro. O sea, mi mamá me dijo que muchas veces le dijeron «la Sonia es muy querida en el MIR».

Simón: Con Tatiana hablábamos sobre lo apasionante del trabajo en la resistencia de esta célula que integró tu tía.

Tatiana: Es un guión para película.

Simón: Cinematográfico. ¿Y a ti qué te pareció que esto, efectivamente, fuese así, que ella fuera parte de esta célula y de esta acción, de hacer estas cédulas de identidad de tan buena factura además?

Javier: Me parece que es la opción que tomó ella y es, totalmente, respetable. Ella sentía que así estaba ayudando. Me imagino que es la mayor sensación de aporte que ella estaba haciendo en ese momento, contra esta tiranía, esta dictadura miserable que teníamos y que se imponía porque estaba empezando la dictadura y fueron 17 años terribles. Me imagino que Sonia debe haber sentido que estaba aportando en algo, pero a mí me preocuparon cosas más humanas, por ejemplo, a Carlos Gutiérrez (pareja de Sonia) que no tenía ni pito que tocar en este asunto, lo detienen porque aparece su nombre en los cuadernos de mi tía y a él lo torturaron mucho, él quedó muy mal. De hecho, yo le pregunto, se lo digo, directamente, y si me hubiese dicho lo contrario también lo hubiese puesto, ¿tú sentiste rencor, sentiste rabia contra Sonia por lo que te ocurrió? Porque a él le ocurrió algo de rebote, él no tenía nada que ver con el MIR. De hecho, estaba distanciado de Sonia al momento de su detención y él me dice “no, para nada, no, no siento rabia, no siento rencor” lo dice y me parece loable, me imagino que, con el tiempo, él ha hecho un ejercicio de memoria, de muchas cuestiones emocionales complejas que tienen que ver también con su vida. O sea, es alguien que lo pasó muy mal producto de otra persona y se le podrían recriminar muchas cosas a Sonia por lo que hizo, pero de partida, yo no vine a esta historia a juzgarla como sobrino. Porque me pongo en el contexto de lo que estaba ocurriendo y creo que ella sentía que estaba haciendo un aporte, pero también como me dijo Manuel Maturana, la pareja de Mónica Llanca, «nosotros estábamos peleando con un ejército, qué estupidez más grande». Me lo decía ahora a distancia, luego de años.

Simón: Hay un hecho que nos entrega tu libro y que es la omisión de la ficha laboral de Sonia en los registros de la Policía de Investigaciones. Desde una perspectiva periodística, me parece que este dato ilumina otra zona en materia de impunidad.

Javier: Totalmente. Es muy bonito el comentario que hizo en la radio ADN Francisco Moaut que, justamente, repara en eso también y dice «y más encima ella no es reconocida por la institución donde trabajó» y claro, fui, efectivamente, previo a la pandemia hasta allá y después pedí información y terminé preguntándome ¿qué habrá pasado, habrán borrado los archivos de la gente que era cercana a un movimiento subversivo y que estaba en Investigaciones? Como periodista, indagué más, me acerqué a personas que trabajaron ahí en esos años y que no tenían nada que ver con el MIR, que eran policías de investigaciones y les pregunté por este tema. Traté de indagar más para ver qué pasaba por fuera, ya que la institucionalidad no me entregaba mayores certezas. Y ellos tampoco tenían más información. En ese momento, quién estaba a cargo de la Policía de Investigaciones era Ernesto Baeza, estaba todo muy coludido, entonces, obviamente, que haya habido gente infiltrada debe haber sido para ellos complejo. 

Tatiana: Pensando siempre en esta línea, ¿te preguntaste o sabes cuántas son las personas que lograron tener un carnet producido por ellos? Hago esta pregunta porque bueno, tu desenlazas el libro con esta parte y ahí se me vino a la mente esta pregunta sobre cuántos de ellas/os se salvaron, cuántos pudieron partir al exilio, cuántos pudieron pasar la frontera, cuántos pudieron circular en la clandestinidad con un carnet. Aquí hay dos, eventualmente, citados y que no son cualquier miembro, tú mencionas a Miguel Enriquez y Pascal Allende, que está vivo.

Javier: Él lo dice.

Tatiana: Lo dice él mismo y dice que está agradecido. Quisquilloso me parece, pero se respeta. Entonces, me pregunto cuántos, porque es importante, es justamente el honrar, el realzar, es darle su justa posición a esta resistencia, que es lo que estaba contándole a Simón. Porque viví en Europa, en Suiza, y una vez por la ruta del sol, yendo a meter los pies al mediterráneo, tu tienes una inmensas señaléticas en las autopistas en que tu ves a lo lejos un poquito las colinas de los Alpes Franceses y te indican las salidas para visitar lugares de resistencia, ¿me entiendes? Acá nosotros estamos a años luz de eso. 

Javier: Sí.

Tatiana: Porque no nos abren ni la puerta de Morandé ¿de acuerdo? Entonces, por eso yo dije, pero cuántos fueron, porque es importante. Esa es una de las preguntas y reflexiones que me dejó tu libro, porque ese es el objetivo y aprovecho de decirte, que en mí persona, el libro está super bien porque invita a seguir esta investigación.

Javier: Sí, permite que otro interesado pueda ahondar justamente en esos temas puntuales. Lo mío es más personal, en el sentido de que yo llego hasta rescatar la memoria de mi tía. Y mi trabajo también va en una dirección relacionada con lo que hizo ella y su militancia, pero en primer lugar yo soy el sobrino de Sonia y como digo al principio, yo no entendía cuando me decían que me parecía a ella. Porque parece que esta nariz era muy similar a la de ella. Entonces, ahí uno empieza a trabajar la memoria y Sonia es alguien que para mí siempre va a estar presente, o sea, mi hijo tiene 10 años y ya sabe de esta historia, y así se construye la memoria.

Tatiana: «Las», nosotros aquí en Casa Memoria hablamos en plural, «las memorias».

Javier: Claro, por supuesto, por eso te digo, yo lo dije en el Museo de la Memoria cuando presenté este libro, está mi nombre en la portada, pero este es un libro colectivo. O sea, yo fui con mi hijo a la Biblioteca Nacional y él me ayudó a buscar archivos. Hay muchas personas ahí que participaron y no están nombradas, que trabajaron en este libro, entonces, para mí también el propósito de este libro, es (…) Históricamente, desde que empezó la democracia – creo yo- la justicia chilena ha trabajado para el pasado y no para el futuro. Es decir, a mi mamá no le sirve mucho el dinero de la reparación que le dieron si no tiene donde dejarle una flor a mi tía, más allá de que creo que es bien representativo el memorial del Cementerio General. Pero si no hay una política de Estado donde todos como sociedad nos hagamos cargo de este asunto que es reconstruir nuestra historia, nuestra memoria, la de nuestros detenidos desaparecidos. Sobre el tema de los helicópteros puma, cuando tiraban a la gente al mar,  ¿cuántas personas saben realmente eso? Los horrores que se cometieron, pero todos los gobiernos democráticos han tapado esto por una paz social. Me parece relevante que exista Villa Grimaldi, que exista José Domingo Cañas, el Museo de la Memoria, pero falta mucho. Ni siquiera el 10% del total de los cuerpos de los detenidos desaparecidos ha sido encontrado. Es algo (…) Imagínate los familiares de todas esas personas. 

 

“RECORDAR ES UN ACTO DE DIÁLOGO CON EL RESTO”

Simón: Sobre el Plan de Búsqueda que anunció el gobierno, que ha manifestado que le dará prioridad a este tema ¿tienes alguna expectativa, cómo lo ves?

Javier: Que se vuelva efectivo, que se vuelva real, que no sea solo un deseo, pero que también sea un anuncio colectivo, de memoria, no solo para dejar tranquilos a los familiares si no para que, colectivamente, como sociedad nos enteremos de lo que ocurrió. Para que se vuelva memoria.

Simón: Estamos en un momento histórico, de impunidades biológicas que caen encima donde los perpetradores se están muriendo y a ellos se les han entregado toda clase de garantías como, por ejemplo, beneficios carcelarios y se les ha considerado en más de una oportunidad su irreprochable conducta anterior para rebajar condenas. Tu hablabas, en tus intervenciones mediáticas recientes, sobre el virus de la impunidad y acá hablamos de la “cultura de la impunidad”. Desde ahí, ¿cómo lees lo que está pasando? 

Javier: Lo comparto, completamente, tenemos pactos de silencio que permanecen hasta el día de hoy y los gobiernos democráticos se han vuelto cómplices de eso, porque no han propiciado la posibilidad de que se rompan esos pactos de silencio. Y lo digo en muchos ámbitos, lo digo en el ámbito judicial, pasó ahora con un general de ejército que lo dejaron en libertad después de que la jueza le dio estos arrestos que son en sus mismos cuarteles, tenemos desde esa impunidad hasta la impunidad de ir a cárceles que son «VIP» y no a cárceles comunes, donde debieran estar realmente porque son casos de lesa humanidad. Se ha hecho todo lo que se ha podido en materia de justicia, pero siempre en la medida de lo posible. Lamentablemente, los fallos judiciales son muy generales, o sea, aquí los culpables son cúpulas, en todos los fallos está Manuel Contreras, Moren Brito, Krassnoff y acumulan y acumulan años, 800, 700 años y para abajo está lleno de gente y lo más probable es que muchos anden por ahí dando vueltas en la calle. 

Tatiana: Es mi sentir también eso que tu describes y me digo en ese sentido y lo pongo bien entre comillas, “si fueron alcanzados los objetivos de la dictadura cívico-militar a través del conjunto de políticas que ejecutaron, a través de toda la aberración en materia de violaciones a los derechos humanos” y ahí te solicito algo, ¿podrías tú ayudarme a matizar esta reflexión, este pensar que justamente tú has repetido, lo que nos afecta tanto personalmente?, ¿qué piensas sobre este sentir que me acompaña de siempre? Porque en un momento de mi existencia, de mi pasar en el exilio yo aborrecí la figura del presidente Salvador Allende, yo era una adolescente y mi sentir profundo era decirme, “¿cómo mierda no sabía lo que iba a venir?”. Entonces, ¿crees tú que ellos lograron sus objetivos hoy día en el presente?

Javier: ¿La dictadura dices tú?

Tatiana: La dictadura.

Javier: Completamente, desde ya sabemos por qué queremos cambiar la constitución, porque ellos sentaron un modelo de control que se extendió durante toda la dictadura. El entramado social fue controlado por ellos y cumplieron, completamente, con su objetivo, pero por supuesto. Tan así que lograron pactar muy bien la democracia, Pinochet nunca fue a la cárcel y sus familiares viven muy bien, en buenas casas. 

Tatiana: Sobre este crimen de lesa humanidad, de desaparición forzada, puntualmente, que es el caso de Sonia. Ahí me gustaría desarrollar contigo la noción de duelo. Porque si a mí me hablan de detenidos/as desaparecidos/as, hay varias páginas e interrogantes que son, prácticamente, universales para personas que han sido afectadas en torno a una persona detenida y partes en el tercer párrafo de la primera página de tu libro haciendo la siguiente pregunta «¿está muerta Sonia?, ¿cuándo murió?” que son interrogantes que están ahí ligadas, justamente, por la impunidad de la que hablábamos y van juntas. Y también citas una que la conocemos, que es el “¿dónde están?”. Entonces, mi pregunta es ¿qué es el duelo para ti, específicamente, con este crimen de lesa humanidad?, ¿qué es la detención para ti y qué significa en tu vida? Porque con todo respeto Javier al comienzo dijiste que no te había repercutido, “no la viví tan brutalmente”, eso dijiste.

Javier: Efectivamente, yo no conocí a mi tía, aquí el duelo mayor, el dolor mayor lo sufrió mi madre y mi abuela y todos sus seres cercanos. Y la repercusión de eso es este libro. Yo creo que como periodista, como escritor, tengo el deber de reflexionar y de hacerme esas preguntas porque esta es una de las preguntas que sé que le hubiese gustado saber a mi mamá. Imagínate que lindo sería para mi mamá, por lo menos saber qué día murió o cómo estaba Sonia, si estaba abrigada o no estaba abrigada, porque ella le pasó un chal la última vez que la vio, ¿estaba con el chal?, ¿estaba abrigada?, ¿pasó frío los últimos minutos?, ¿estaba calentita o no estaba calentita? Te digo, son preguntas que uno se hace, porque todo termina en una cuestión humana, que tiene que ver con cómo lo dice Jorge Teillier “respiramos y dejamos de respirar, eso es la vida”. Y, lamentablemente, aquí a las personas les quitaron la vida de una manera brutal. Patricio Guzmán recrea en “El Botón de Nácar” cuando empaquetaban los cuerpos y los tiraban al mar, yo eso no lo puedo hablar con mi mamá porque es terrible. Entonces, frente a esto que me puedo preguntar: ¿cómo murió?, ¿cuándo murió?, ¿qué día murió?, ¿me entiendes? 

Simón: Después de tu escritura y el proceso que atravesaste para poder llegar a este libro, ¿cómo significas el acto de recordar?

Javier: Creo que el acto de recordar es un acto de diálogo con el resto, que ojalá sea un acto lo más generoso posible. Dialogar con quienes están alrededor tuyo ya sean cercanos, familiares o no familiares. Que ese acto de recordar sea lo más parecido a que la memoria se perpetúe en el tiempo, porque muchos de estos familiares, incluyendo a mi mamá, no fueron al psicólogo nunca, porque es gente humilde, de barrio, que tenía que seguir trabajando. 

Tatiana: Y que el Estado no ha asumido.

Javier: Claro, lo único que ha asumido es darle la indemnización que les dan y creen que con eso es suficiente, entonces, se gatillan estos recuerdos, que en el fondo, te hacen decir que la memoria tiene muchos caminos y que pueden aparecer muchas cosas en momentos muy inesperados. Quizás todavía mi mamá en algún momento verá un perfil por ahí y dirá “uh, esta chica se parece a mi hermana, ¿dónde está mi hermana?, ¿está bien mi hermana?”  se preguntará en su cabeza. Yo le decía a una persona anoche, “mi mamá sigue escuchando la Radio Cooperativa y viendo las noticias y yo no le pregunto por qué”. Sé que es una persona a la que le gusta mucho informarse y todo, pero en su inconsciente quizás está esperando una noticia, un extra, que diga (…) no sé, la esperanza es lo último que se pierde. Por eso, el trabajo de la memoria es el trabajo de dialogar con otros, hacer esto que estamos haciendo ahora, que otros puedan escuchar a otros y que podamos comprendernos un poco más.

Simón: Dentro de lo que hemos estado conversando mencionaste a tu abuela Olga, de su búsqueda hasta el último momento, de su necesidad de saber, pero, finalmente, muere sin conocer el fallo que se lo entregan a tu mamá el 2017 y tu escribes este libro. La historia de Sonia se ha ido desplazando, ha tenido otro camino y, en ese sentido, me preguntaba ¿qué han aprendido ustedes sobre el tiempo?

Javier: Para mí el tiempo es esto, es seguir estando con mi abuela. Cuando escribí este libro creo que estaba muy cerca de ella y de mi tía y mientras escribía lo único importante para mi era terminar el libro pronto para poder dárselo en homenaje a mi mamá, lo cual me produjo una profunda tranquilidad porque después del lanzamiento del libro nos fuimos a la casa de ella con parte de la familia y tomó el libro y dijo “yo por mucho tiempo busqué a Sonia y Sonia está aquí, en este libro”. Esa noche me fui a dormir muy tranquilo porque no sé dónde está Sonia, pero que mi madre haya dicho que este libro es una recuperación de este ser querido es muy gratificante. Es apaciguar el dolor, eso es.